Annabelle: el caso no contado de la visita que acabó en tragedia

Por Andrés Salazar | Archivo Paranormal – 20 de junio de 2025

La muñeca Annabelle, encerrada en una vitrina de vidrio en el Museo del Ocultismo de los Warren, ha sido objeto de múltiples documentales, películas de ficción y estudios paranormales. Sin embargo, más allá de la dramatización hollywoodense, existen testimonios directos y menos conocidos de personas que, después de tener un contacto —incluso leve— con la muñeca, aseguraron haber sufrido consecuencias físicas, mentales o incluso fatales.

Uno de esos casos ocurrió en 2003, cuando un joven de 21 años, identificado como Thomas A., visitó el museo junto a su novia. La historia no es ampliamente conocida, pero forma parte del archivo personal de Lorraine Warren, conservado en los documentos donados a la familia Perron en 2014, y posteriormente revisado por investigadores independientes.

Un encuentro que no debía ocurrir

Thomas y su pareja ingresaron al Museo de lo Oculto con un grupo reducido, durante uno de los pocos días en los que el matrimonio Warren ofrecía recorridos privados. Durante la visita, Lorraine advirtió expresamente que no se debía tocar ninguna de las piezas del museo, especialmente la vitrina donde permanecía Annabelle.

La muñeca, una Raggedy Ann de tela, está sellada en una caja de cristal con una cruz tallada y un cartel que reza: “Warning: Positively Do Not Open” (Advertencia: Absolutamente No Abrir). A pesar de ello, Thomas, en tono burlón y desafiante, comenzó a hacer comentarios sobre “la farsa” de los objetos encantados. Según la guía del recorrido, el joven golpeó tres veces el cristal de la vitrina, riéndose.

Lorraine Warren se detuvo, visiblemente incómoda. “No es un juego. Ella no perdona ese tipo de provocaciones”, dijo, refiriéndose a la entidad que, según ella, no era el espíritu de una niña, sino un demonio que usaba la muñeca como vehículo.

El accidente

Esa misma tarde, después de abandonar el museo, Thomas y su novia regresaron a su casa en Connecticut. Según el reporte policial del condado, aproximadamente tres horas después, Thomas perdió el control de su motocicleta al tomar una curva en la ruta 219. La investigación no encontró señales de aceite, lluvia o cualquier otra sustancia que pudiera justificar la pérdida de estabilidad. El joven falleció en el acto tras impactar contra un árbol.

Su novia, que viajaba en la parte trasera, sobrevivió con múltiples fracturas. En su declaración, aseguró que instantes antes del accidente, Thomas había comenzado a sentir náuseas, sudoración extrema y “una sensación de que algo estaba sentado en su espalda”.

Las autoridades atribuyeron el hecho a una posible distracción o error humano, pero Lorraine Warren afirmó públicamente que el accidente había sido una consecuencia directa de la provocación hecha frente a Annabelle.

Otros testimonios silenciados

Aunque la historia de Thomas A. fue documentada en los archivos personales de los Warren, nunca se difundió ampliamente. Según algunos allegados, Ed Warren prefirió no usarla como ejemplo público para evitar demandas o acusaciones de explotación de la tragedia. No obstante, el caso fue compartido en varias conferencias privadas como advertencia sobre los peligros de subestimar objetos encantados.

Desde entonces, se han reportado otros incidentes relacionados con visitas al museo. En 2012, una pareja de reporteros de un canal local de Nueva Inglaterra afirmó haber captado una imagen inexplicable justo frente a la vitrina de Annabelle: una figura oscura, de forma humanoide, detrás del cristal, donde solo debería verse la muñeca. Al día siguiente, uno de los dos sufrió una parálisis facial parcial sin diagnóstico claro.

Actualmente, el museo permanece cerrado al público por orden del condado de Monroe debido a problemas legales relacionados con la zonificación del espacio. Sin embargo, Annabelle sigue custodiada en una habitación especial, vigilada por cámaras de seguridad, y ocasionalmente es objeto de rituales de protección realizados por sacerdotes católicos.

¿Realidad o sugestión colectiva?

El caso de Annabelle divide a investigadores. Algunos lo consideran un ejemplo clásico de mito moderno alimentado por la sugestión, el miedo y la amplificación mediática. Para otros, es evidencia de que ciertos objetos pueden ser portadores de energías que desafían la comprensión racional.

El profesor Harold Byrne, especialista en psicología del miedo en la Universidad de Michigan, sostiene que «la fuerza del símbolo puede producir efectos reales sobre la mente humana. No es necesario que haya un ente sobrenatural; basta con una creencia fuerte para alterar la percepción, el comportamiento e incluso la salud física».

No obstante, para quienes han estado cerca de Annabelle y han sentido su influencia, no hay duda. Como declaró Lorraine Warren en su última entrevista antes de morir en 2019: “No es la muñeca. Es lo que la usa. Y eso no juega, ni olvida, ni perdona”.

Un aviso que persiste

La vitrina de Annabelle sigue cerrada. Nadie más ha tocado el cristal desde entonces. Sobre ella, el cartel permanece intacto: “Positively Do Not Open”. Algunos creen que es solo un objeto viejo, sin más poder que el miedo colectivo. Otros, que abrir esa caja sería romper un pacto silencioso entre lo visible y lo oculto.

Lo cierto es que la historia de Thomas A. quedó como un recordatorio de que, en el mundo de lo inexplicable, a veces lo más peligroso no es lo que vemos… sino lo que decidimos no creer.

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