No sé cómo empezar esto. Solo puedo decir que desde hace una semana no duermo con la puerta cerrada. Ni con la luz apagada. Lo que me pasó no sé si fue un sueño, una broma o algo que nunca debí escuchar. Pero ocurrió. Y desde entonces, cada noche vuelve a repetirse, siempre a la misma hora: 3:17 a.m.

Todo empezó con un video que vi en TikTok, uno de esos de Ghost-Storytime. Una chica decía que si dejabas grabando tu casa mientras dormías, podías captar sonidos que no escuchas despierto. Pensé que era una tontería. Pero justo esa noche, me desperté sudando, como si alguien me hubiera tocado. No había nadie. Pero sentí algo raro. Como electricidad en el aire. Así que dejé mi celular grabando.
Lo dejé apoyado en el pasillo, fuera de mi cuarto. Cerré la puerta, apagué la luz. Me acosté. Grabación simple, nada especial. Dormí mal. Me desperté varias veces, pero no escuché nada.
A la mañana siguiente, revisé el audio. Silencio. Silencio. Pasos. Dos, tres pasos suaves. Como si alguien caminara descalzo. Luego, mi voz.
Solo que no estaba hablando.
No sé cómo explicarlo. Era mi voz. Igual a la mía. Pero decía algo que nunca dije.
“¿Estás despierta ya? Te estoy mirando. Abre la puerta.”
Yo nunca dije eso. Ni en sueños. No hablo dormida. Y lo más extraño es que mi voz, esa voz, venía de detrás de la puerta. Como si hubiera estado en el pasillo, justo donde estaba el celular.
Pensé que podía ser una broma. Revisé toda la casa. Nadie. Vivo sola. No tengo vecinos pegados a la pared ni ventanas abiertas. Grabé mi propia voz para comparar. Idéntica. Cada palabra, cada respiración.
Esa noche no dormí. Pero volví a grabar.
El segundo audio fue peor.
Otra vez los pasos. Más lentos. Más cercanos. Y luego, algo nuevo: una risa. Baja, como contenida. Y después, mi voz otra vez.
Pero esta vez, decía mi nombre. Como si me llamara. Suave. Cada vez más cerca del micrófono. “Lucía… abrí la puerta. Esta vez voy a entrar.”
Yo estaba despierta. Sabía que la puerta seguía cerrada. No escuché nada desde mi habitación. Pero en el audio, después de eso, se oye el clic de la manija. Y el sonido exacto que hace mi puerta al abrirse.
Solo que nunca se abrió.
Desde entonces, cada noche es peor. No necesito grabar para saber que algo está ahí. A veces escucho pasos desde la cama. O una respiración al otro lado de la pared. Anoche vi una sombra por debajo de la puerta, como si alguien estuviera parado ahí. Silencioso. Esperando.
Intenté dormir en otro cuarto. Lo mismo. Cambié la cerradura. Nada cambió. Todo ocurre a las 3:17 exactas. No importa dónde esté. Ni con quién esté. Siempre esa voz. Siempre ese momento.
Hoy por la tarde, me llegó una notificación. Un mensaje en mi celular. No tenía remitente. Solo decía:
“Ya no necesito que abras. Esta noche entro igual.”
Pensé en irme, pero ya es tarde. Afuera está lloviendo. Y tengo miedo de que si salgo… me siga.
Escribo esto porque necesito que alguien más lo lea. Por si a alguien le está pasando lo mismo. Por si alguna otra voz, en otra casa, también está usando su voz.
Dicen que la grabación original todavía está guardada en mi teléfono, pero cada vez que la intento reproducir… se escucha algo distinto.
Anoche decía:
“No soy tú. Todavía.”
¿Te atreves a grabar tu casa esta noche? Solo deja tu celular en el pasillo. A las 3:17. Y luego dime si también te escuchaste… desde el otro lado.
